El dinero en efectivo está sufriendo serios reveses, y su sustituto podría existir solo en nuestras pantallas del computador.
Sin ir más lejos, la semana pasada, Canadá acuñó su último penique. Las países de la eurozona trabajan para restringir los pagos en efectivo, y la moneda electrónica Bitcoin esta en pleno auge.
Empresas tecnológicas como Square y otras se han embarcado en una misión antiefectivo, mientras que varias ONG, gobiernos, el Banco Mundial, pequeños comercios, multinacionales, desarrolladores de aplicaciones, hippies, liberales y gente de derecha, todos tienen agendas en las que incorporan alternativas al efectivo, y todos están intentando avanzar en el tema.
No obstante, las predicciones de un mundo sin efectivo tienen un largo historial de no cumplirse; esto es en parte debido a que el progreso se produce en fases lentas, y en parte porque el dinero físico es una tecnología que ha funcionado satisfactoriamente a lo largo de muchísimo tiempo, más aún así poderosas fuerzas se están alineando contra él.
Las iniciativas antiefectivo nos muestran una imagen de cómo sería un futuro sin dinero, e iluminan la promesa del dinero digital, sin tener en cuenta qué pasará con la moneda corriente tal como la conocemos hoy en día.
La guerra contra el efectivo viene principalmente de tres frentes:
- las nuevas tecnologías,
- el escepticismo sobre la administración de las monedas soberanas
- el creciente entusiasmo en las formas de pago alternativas
- un mayor escrutinio sobre el costo del uso de las monedas físicas.
Entre las contras estarían: los esfuerzos por combatir el fraude y las falsificaciones, los camiones blindados, la seguridad bancaria, la evasión de impuestos, y otros crímenes relacionados con las monedas corrientes.
Las innovaciones en dinero digital, particularmente las herramientas relacionadas con los teléfonos celulares, ofrecen formas más fáciles y rápidas de pagar cuentas, comprar y vender productos, enviar y recibir dinero y hacer transferencias bancarias.
Las monedas alternativas, mientras tanto, se están moviendo desde la periferia al centro del debate, a medida que más y más gente se preocupa por el valor a largo plazo de las monedas corrientes.